Esta canción es un intento de recuperar la sorpresa. Mientras leo el evangelio me voy dando cuenta de lo que le pasa a la gente que se encuentra con Jesús. No pueden permanecer indiferentes. Saben que habla con autoridad, se acerca a los que nadie se acerca: leprosos, recaudadores de impuestos, prostitutas, samaritanos… Se dan cuenta que mira a los demás con otros ojos, recibe en su presencia y pone por ejemplo a los vulnerables como los niños y las viudas y no se calla ante aquellos cuya compañía y buena opinión le darían prestigio y respetabilidad ante la mayoría de la gente.
Su presencia y su lógica lo trastocan todo, y los que se encuentran con él se ven sorprendidos y cuestionados por sus actitudes.
Y ante esa sorpresa y esa pregunta ellos dieron sus respuestas: conversión, seguimiento, rechazo, traición…
¿Y nosotros, nos dejamos impresionar por ese Dios y hombre de Galilea que tomaba actitudes concretas para que ese reino que predicaba fuera una realidad? Y luego de esa sorpresa, ¿Qué nos pasa? ¿Qué respuesta concreta le damos?
Ojalá que entre tantas normas y reglas, entre tanto “así lo hemos hecho siempre” o “esto nunca se ha hecho así” no se nos pierda lo más importante: el ejemplo de ese Dios que eligió por templo la calle y la plaza y que nos dijo que lo puro y lo impuro salen de nuestro corazón.
Voz
Pista
Video
Créditos
Letras y Música: Ana Lucía Vlieg
Voz, Arreglos, Teclado y Producción Artística: Patricia Vlieg
Violín: Gerardo Roa
Guitarra: Vilma Esquivel
Contrabajo: Marino Gómez
Percusión: Eliel Murillo
Repicador: Milagros Blades
Grabación y Mezcla: Giulio Jiménez
Asistente de Grabación: Ricky Marchan
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Grabado en Rock and Folk Panamá, Diciembre 2017
Entre Ritos y Normas
Letra y música: Ana Lucía Vlieg Paulin
Arreglo: Patricia Vlieg
Si tu voz ya no nos estremece;
tu palabra; no nos suena nueva;
no nos quema el alma tu mirada
ni la urgencia de sentirte cerca;
si tu ejemplo no nos desafía;
si tu paso no nos desinstala;
si tu invitación no nos conmueve,
es que no te conocemos nada.
Es que se nos pierde entre tanta rutina
ese nazareno rodeado de amigos;
ése que lloró ante un sepulcro en Betania;
el que con ternura abrazaba a los niños.
Y es que se nos pierde entre galas y reglas
ese Dios sencillo que entraba en las casas;
el Dios con la risa jugando en los labios,
que eligió por templo la calle y la plaza.
Si tu mensaje nos suena lejano;
no nos escandaliza tu evangelio;
si no es noticia que el Padre nos ama
y que el amor venció por siempre al miedo;
si no elevamos a ti nuestro grito
con la confianza de esa cananea;
si tu autoridad no nos asombra,
es que hemos olvidado tu esencia.
Es que se nos pierde entre ritos y normas
ese carpintero de allá en Galilea;
el que caminaba desiertos y lagos;
el que trabajó en una pequeña aldea.
Y es que se nos pierde entre tanta costumbre
el Dios que con todos compartía la mesa;
el Dios que tocaba a perdidos e impuros;
ese Dios inmenso que bajó a la tierra.
Es que se nos pierde entre tanta rutina
Ese nazareno rodeado de amigos;
ése que lloró ante un sepulcro en Betania;
el que con ternura abrazaba a los niños.
Y es que se nos pierde entre tanta costumbre
el Dios que con todos compartía la mesa;
el Dios que tocaba a perdidos e impuros;
ese Dios inmenso que bajo a la tierra.