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NO HAY MAYOR GESTO DE AMOR

By 22 marzo, 2018junio 21st, 2018No Comments

Y llegó la semana Santa. A veces siento que nos enfocamos en la muerte de Jesús como si fuera un hecho aislado del resto de su vida. En el evangelio El nos dice que no hay mayor amor que dar la vida por los hermanos. Y ciertamente, el dio la vida por nosotros. Pero ese “dar la vida“ no comenzó con la Última cena. Ese enorme gesto de amor fue el camino de toda su vida. Ésa esto a lo que apunta la canción que compartimos. Les dejo, Junto con la canción, una reflexión que escribí hace ya algún tiempo sobre lo que significa para mí la pasión de Cristo. La pasión de Cristo Celebramos la Pasión de Cristo año tras año. Y pensamos que estamos celebrando ese intenso tiempo desde que fue entregado hasta su muerte en cruz. Sin embargo, habríamos de celebrar Su pasión, Sus pasiones, sin las cuales la otra, la habitual nunca hubiese llegado. Dar gracias y glorificarlo por su pasión abrasadora; esa que lo llevó hasta las últimas consecuencias del amor y esa que le dio la victoria sobre la muerte. Él, Dios hecho hombre, nos reveló que Dios es apasionado, y nos quiere gente apasionada por la vida, por aliviar el sufrimiento, la soledad, el miedo de los otros, apasionados por su Reino. Celebro su pasión que el anciano Simeón ya vislumbró desde el principio, cuando dijo que el niño sería signo de contradicción, que serviría para que quedaran al descubierto los pensamientos de muchos en Israel. Celebro su pasión cuando a los doce años eligió encargarse de los asuntos de su Padre, abrazó apasionadamente la causa de Dios, y se atrevió a hacer preguntas, a investigar, a comenzar un camino tal vez de forma poco tradicional, pero muy suya. Celebro su pasión por entender, por ser fiel al Padre, en el Jordán, en el desierto, y luego de vuelta a Galilea. Fue su pasión por el proyecto del Padre que lo hizo vencer las tentaciones y reconocerse camino, verdad y vida. Celebro, sobre todo, su pasión por la gente. Su voz fue una voz apasionada, su palabra era fuego en la denuncia y agua refrescante de misericordia que limpiaba las heridas del corazón. Pasión por rescatar a los que la sociedad consideraba perdidos, pasión por denunciar a los que se consideraban por encima de toda mancha, pasión por amar a los que nunca se habían sentido amados, pasión porque la gente entendiera que el Dios de la misericordia, la fuerza y la ternura estaba entre nosotros. Pasión allá en el templo porque la casa de Dios fuera lo que tenía que ser, casa de puertas abiertas, casa de fiesta, la fiesta del amor, anticipo del banquete que Él preparará en el que enjugará todas las lágrimas, y no un mercado donde se negociaba con la fe de los que venían confiados a ofrecer sus dones. Y pasión por servir, sin falsas humildades, reconociendo quién era: “Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy.” Pero dando al servicio pleno sentido, no humillación sino entrega voluntaria, amor manifestado en lo concreto. Pasión por la verdad, por lo que ha visto en nosotros de bueno, de milagro, de posibilidad… Perdónalos, porque no saben lo que hacen, porque no saben lo que pueden hacer, porque no entienden que Tú los creaste para vivir en ti, libres y fuertes, con tu fuerza que no se complace en destruir sino en levantar, no en herir, sino en restaurar. Pasión a la que Su Padre apasionado respondió con la victoria de la pascua; para que siga hablándonos del Reino, para seguir creyendo en su esperanza, para seguir ardiendo con su fuego… Gracias porque a través de la historia quisiste, Señor, encontrarte con tantos apasionados que abrazaron tu senda: la que te dijo ardiente y jubilosa que proclamaba Su alma tu grandeza, los que dejaron redes y barca para ir tras de ti, la que muy de mañana te vio resucitado en aquel huerto y anunció sin temor que estabas vivo, la cananea que Te robó un milagro a fuerza de insistencia, y todos los anónimos y anónimas que hoy te ofrecen su lucha cada día por vivir tu pasión, por celebrarla al calor del hogar, en las ruidosas calles, en el trabajo lento y rutinario… Celebrar Tu pasión, eso queremos, porque sin ella no habría habido nada, ni llegada a Belén, ni paso en Galilea, ni calvario, ni cruz, ni tu victoria que nos llena la vida de sentido. Celebrar Tu pasión, en estas fechas, y arder con tu pasión el año entero. 

Voz

Pista

Partitura

Revisión y edición de partitura: Alvaro Granadillo

No Hay Mayor Gesto de Amor –  Lead Sheet

Créditos

Letras y Música: Ana Lucía Vlieg

Voz, Arreglos, Teclado y Producción Artística: Patricia Vlieg

Violín: Gerardo Roa

Guitarra: Vilma Esquivel

Contrabajo: Carlos Quirós

Grabación y Mezcla: Giulio Jiménez

Asistente de Grabación: Ricky Marchan

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Grabado en Rock and Folk Panamá, Diciembre 2017 

No hay mayor gesto de amor
Letra y música: Ana Lucía Vlieg
Arreglo: Patricia Vlieg

No hay mayor gesto de amor que dar la vida;
no hay mayor gesto de amor que el del Maestro;
no hay mayor gesto de amor que el de ese viernes;
tanto amor sacrificado en un madero.

No hay mayor gesto de amor que ese camino
que anduvo El de Nazaret hasta Judea;
anunciando libertad a los cautivos;
proclamando que acababan las fronteras;
anunciando que Dios ama a los sencillos;
proclamando que su reino ya se acerca;
no hay mayor gesto de amor que su venida;
no hay mayor gesto de amor que el de su entrega.

No hay mayor gesto de amor que su coraje,
su verdad que no se inclina ante los golpes;
no hay mayor gesto de amor que el de esa tarde,
un amor al que las burlas no corrompen.

No hay mayor gesto de amor que la tarea
que Él cumplió desde Belén hasta Samaria;
ir sanando las heridas de su pueblo;
devolver un sueño al que ya no soñaba;
enseñarnos a ser libres de prejuicios;
alumbrarnos la conciencia y la mirada;
no hay mayor gesto de amor que hacerse hermano,
compartiendo vida y muerte, noche y alba.

No hay mayor gesto de amor que la confianza
rescatada desde el fondo de los miedos;
no hay mayor gesto de amor que el de ese instante
cuando todo ardió en la luz de su regreso.

No hay mayor gesto de amor que la certeza
que fue guiándolo a lo largo de su historia;
anunciando que Dios cumple sus promesas
y endereza aquella caña que se dobla;
proclamando que ese Padre fiel y bueno
quiere regalarnos su gracia y su gloria;
y el amor venció por siempre a toda muerte;
no hay mayor gesto de amor que su victoria.